17 mayo 2006

El ataque de los clones

Bueno, después de pocos días de blog, he podido constatar dos cosas: la putada de tener que buscar temas sobre los que hablar (sí, ya sé que empecé igual el escrito anterior...eres una persona muy observadora, enhorabuena) y el hecho de que eso que se dice sempre de "no, si yo escribo para mí, me da igual cuánta gente visite mi blog"...es ¡TOTALMENTE FALSO!...estoy totalmente obsesionado con las visitas...¡necesito más!...no sé muy bien para qué, pero ¡da igual!...así que recomendadme (por cierto, negaré rotundamente haber pedido visitas, y, en caso de que queráis probarlo...¡tendréis que volver a entrar en mi blog! JAJAJAJAJAJAJAJAJA ¡Es un plan maestro!).


Bueno, después de tomarme la pastilla...prosigo:

No sé si sois conscientes, pero estamos sufriendo una invasión...un ejército de clones que lleva ya un tiempo entre nosotros...no, no hablo de los tíos que van con camisa blanca y corbata y una biblia bajo el brazo, aunque esos también tienen su peligro...hablo de los macarras.
Seguro que los habéis visto, con sus extraños cortes de pelo (a lo cenicero, todo rapado con coletilla, tintes que desafían la salud mental de quien los mira...), su mirada perdida y su particular jerga ("oye, co, no me jodas co, que el sábado vamos a la Coli que irá la Jessy, co"), hablando de coches o escupiendo en el suelo.

Estos macarrillas son menos peligrosos de lo que les gustaría, se dedican a ir aparentando (espectaculares esos abrigos que se ponen todo hinchados para que parezca que debajo hay algo más que un tirillas) hasta que llega un macarrilla mayor (desconozco los grados que hay, pero hay estudios que demuestran la existencia de varias clases dentro del submundo macarrilla) y les canea un rato hasta cansarse.
Por tanto, el peligro no es tanto físico como psicológico...pues al parecer el 'macarrilla way of life' es bastante contagioso, ya que últimamente se han observado especímenes muy muy pequeños, con su coletilla, pendiente, cigarro y escupitajos, hojeando revistas de tuning o mangando chetos del supermercado de El Corte Inglés.

Pero claro,en algún momento dejarán de surgir estas criaturas, más que nada porque ya no habrá puestos de reponedor en los supermercados (destino laboral por autonomasia del macarrillus comunis), y no podrán tener dinero para adquirir sus alerones, llantas, camisetas blancas de tirantes, cadenas de oro, esclavas y demás.

Por tanto, mi briconsejo de hoy es que hasta que llegue su esperada extinción, permanezcan lejos de estos infraseres, al menos hasta que demos con algo que pueda evitar que se nos acerquen (un libro, ¿quizá?).

Después de este estudio, les voy a dejar con una reflexión que hará que la sonrisa se les hiele en la cara: toda esta 'gente'...es la que va a tener que pagar nuestras pensiones cuando seamos unos abuelillos...acojona, ¿verdad?.

Me despido ya, esperando haber resultado entretenido (y si no te ha gustado, no vuelvas...o mejor, vuelve pero no leas lo que escribo, que es una visita más para el contador). Y recordad, recomendad este blog, porque cada vez que lo visitas, Dios salva a un gatito de una muerte segura...

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